lunes, 14 de diciembre de 2009

Siempre odié los espirales para mosquitos

De tanto pensar, ideamos maravillosas boludeces. Dando vueltas alrededor de las cosas en espiral, la cabeza se marea tanto que las conclusiones casi casi que son desechables. Y a esto le sumamos que escuchamos. Lindo esto de escuchar. Pero no hay que olvidar que los otros, igual que una, piensan tanto, tanto que concluyen las ya mencionadas boludeces.

No quiero caer en frases hechas, pero lo hago de todas formas cuantas veces puedo. Porque el "quiero" no va de la mano del "puedo", ni el "debo". Por eso, caigo en la famosa "tomalo con pinzas". Creá una buena pinza mental, de esas que son tan difícil de conseguir en el mundo palpable. Con ella tomá la vida. La vida entera con pinzas. Porque nada es lo que parece, porque lo que pensás ahora, después de media hora de siesta muestra colores totalmente diferentes.

Y los otros van a hablar, y vos vas a escuchar, y nuevamente vas a agarrar las pinzas. Y te vas a guardar las palabras muy cuidadosamente para mas adelante. Para cuando la cabeza no esté mareada de dar vueltas en espiral, y el cuerpo no este tan caliente de pensar y pensar sobre lo mismo. En ese entonces, te vas a sentar en la mesa de la cocina, te vas a preparar unos buenos mates, vas a sacar lapiz y papel, y vas a apoyar frente tuyo todas las cosas que recolectaste en los oídos. Y vas a escupir el primer mate y todo lo que meditaste. Y con todo eso dicho, y la boca llena de bizcochitos, empezarás a pensar qué de todo está mas encaminado.

Porque nadie dice que vas a encontrar la respuesta a tus problemas, ni la llave para la felicidad, ni un morocho divino que llegue cabalgando a cambiarte el cuerito de la canilla. Simplemente vas a seguir viviendo. Simplemente vas a seguir viviendo con mas aire y menos espiral.

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