jueves, 31 de diciembre de 2009

Que venga el 2010 nomás, que venga...

31 de diciembre. Con todo lo que eso significa. Buenos Aires está vacía y la panza llena. Estoy escuchando Belle & Sebastian mientras se carga el capítulo 10 de Glee. Este disco me lo regaló mi primo. Era una época de mierda. Solo que nadie mas que yo se daba cuenta. Que infeliz. Tenía razones, pero las dejo en el diván.

La llegada del 2010 me hace darme cuenta de cuan bien estoy. Este año sacudió pero lindo. Balance... obligatorio. Volviendo al disco... lo tenía guardado, lleno de polvo, me estaba esperando. De casualidad volvió a mi y ahora me hace sonreír. Que loco que una melodía me haga sonreír. Y ahora viene mi profesor de radio y me dice que la música que me gusta a mi es porquería (que buena palabra). Que la boca se le haga a un lado. Yo no se de música, yo no se de corcheas y negras, aunque la gente lo de por sentado ("no tuviste música en el colegio? si corazón, pero la genia de mi profesora nos daba a escuchar Manu Chao!! La parte de la partitura nunca la escuché).

Retomando lo de mis gustos musicales. No entiendo nada mas que una nueva máxima en mi vida: es tiempo de buscar lo que me hace bien, lo que entibia. Basta de perseguir perfección, formas y reconocimiento. Ya suficiente presión me metí de pequeña hasta el pico de estrés como para que alcance para el resto de mi vida. Veamos si me puedo hacer la loca ahora. Y ser un poquito menos acomplejada y un poco mas relajada.

A escuchar música feliz, a comer chocolate, a viajar mucho, a hablar con desconocidos, a pisar el pasto, a escribir sin sentidos, a reirme a carcajadas, a tomar vino con amigos, a soñar, a hacer y deshacer y equivocarse, a volver a discos empolvados y libros sin terminar, a proponerse imposibles siempre posibles. Tinto, tinta y chocolate. Esos son mis deseos para mi gente linda en este 2010.

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