Hace algunas semanas, leí una nota sobre un nuevo café en Buenos Aires. El título fue lo que me atrapó por lo identificada que me sentí "La Vida por un Café".
No hizo falta mucho mas para que a la primera oportunidad de café con amigas, termináramos en Birkin, este cafecito del barrio que esconde maravillas. Otra gran razón para adorarlo, su nombre claro responde a Jane Birkin, cantante y actriz.
Mi menú recomendado: capuccino+budín de banana y chocolate. Muy buen café, y muy buen budín! Y para rematarla, muy buena relación precio-calidad, que a esta marketinera le significa el mundo.
Tan cómodas nos sentimos en ese lugar, que apenas un ratito después del café, nos pedimos un vino tinto para seguir filosofando de la vida. Pasa algo cuando me junto con estas chicas, y es que empezamos a delirar con grandes planes de lo que "vamos a hacer". Desde cambiar de carrera, hasta empezar un emprendimiento, o ir a conocer ese restaurant nuevo, o visitar San Telmo un domingo.
Sin embargo, la tendencia indica que nunca hacemos nada de lo que decimos. Bueno, casi nada. Es que somos animales de costumbre, un poco adictas al trabajo, que no podemos planificar NADA con anticipación y que lo único que necesitamos para pasarla bien es un café o un vino. Asi que eso nos reúne, religiosamente todas las semanas.
Para lo que si somos buenas, es para la improvisación. Ese día por ejemplo, terminamos hablando con dos tipos de la mesa de al lado, y la conversación nos llevó a revisar la grilla de Ciudad Emergente, gran festival que llegó a Buenos Aires la semana pasada.
En esa búsqueda nos brillaron los ojitos con Astros, la banda chilena que hace bailar a mi sobrina de 2 años (que se pasa de canchera, me debería dar clases). Asi que hacia allá fuimos después del vinito a encontrarnos con amigos y gente linda.
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