martes, 23 de julio de 2013

III - The road less traveled by...


Admiro a las personas que siempre supieron qué querían hacer en sus vidas. Esos que desde chicos podían responder a la pregunta "qué vas a ser cuando seas grande" y, aun con voz más gruesa, mantuvieron esa idea ya mayores.

El caso más cercano para mi es mi hermano, que ama su profesión dedicando aún su tiempo libre a leer sobre el tema y discutir nuevas y viejas ideas al respecto. Nunca fue mi caso, ni cuando terminé el secundario, ni cuando me recibí de la facultad. Tuve la suerte de apasionarme por la carrera que estudié, por la comunicación, por la palabra. Sin embargo, lo que nunca identifiqué es el espacio en el que quería volcar lo aprendido.

El camino fácil era la empresa. Porque le había funcionado a toda mi familia, porque la oferta estaba, porque por un tema de personalidad me salía casi sin esfuerzo. Pero rápidamente encontré un programa mejor al cual dedicar mi tiempo.

Fue muy rápida la decisión, casi como saltar de un trampolín al que lograste subir a pesar del vértigo. Algo asi como..."si estamos en el baile bailemos". Esta nueva oportunidad, era jugármela por que mi compromiso de "tiempo libre" se convirtiera en una forma de vida.

Por alguna razón me cuesta mucho explicar lo que me genera trabajar en una ONG, aunque lo intento desde que mi amigo del alma me dió la idea. El impacto que tiene cada decisión, cada reunión, cada hora dedicada a laburar junto a familias que la reman como yo nunca tuve que remarla para salir adelante. Eso es lo que conmueve, lo que motiva, ver cómo personas que tenían todas para bajar los brazos, laburan por los suyos.


Antes de este desafío trabajaba para mi misma (mis viajes, mi propio departamento, mi curriculum). Hoy, cada palabra que sale de mi boca se piensa dos veces, porque busca hablar por los que no están al lado mío pero quieren ser escuchados. 

Cada palabra que sale de mi boca en las reuniones, busca transmitir una realidad que muchos desconocen, otros ignoran, y otros prefieren no ver por lo dolorosa que puede ser. Pero también pretende contagiar las ganas de hacer algo al respecto, de mover los hilos que cada uno sostiene, de hacernos conscientes del impacto positivo que podemos generar. Es mi objetivo fusionar realidades, disminuir distancias, brindar herramientas para que cada uno desde su lugar sume sus fuerzas para construir un espacio más justo.

En algún momento decidí que trabajar pensando en el afuera era el camino que tenía que tomar. Entonces entendí, que podía acercar a otros ese camino también y eso me apasionó. 

No sé por cuánto tiempo este será mi lugar, pero sé que cuando me vaya será porque alguien más está preparado para subirse al barco. Esa idea me saca una sonrisa. 

Porque de este barco nadie se baja, porque yo sumo, pero todos multiplicamos.




P.D. el título, de un poema bellísimo de Robert Frost, "The Road Not Taken"

P.D. foto via You are my Wild



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